Un rompecabezas. Lo que la radioastrónoma Natasha Hurley-Walker y sus estudiantes cazaron mientras peinaban los datos de GaLactic and Extragalactic All-Sky MWA eXtended (GLEAM-X), un gran estudio del firmamento realizado con ayuda de uno de los radiotelescopios más sensibles de la Tierra
Un rompecabezas. Lo que la radioastrónoma Natasha Hurley-Walker y sus estudiantes cazaron mientras peinaban los datos de GaLactic and Extragalactic All-Sky MWA eXtended (GLEAM-X), un gran estudio del firmamento realizado con ayuda de uno de los radiotelescopios más sensibles de la Tierra, es eso: un auténtico puzle para el que todavía no tienen una respuesta totalmente confirmada. Durante su trabajo, el equipo detectó una onda de radio en el espacio con pulsaciones regulares cada 18 minutos y 18 segundos. El fenómeno, inusual, se prolongó durante un lapso de aproximadamente tres meses —de enero a marzo de 2018— antes de esfumarse.
Ahora, Hurley-Walker y su estudiante de posgrado Tyrone O´Doherty publican un artículo en Nature con algunas conclusiones. Su objetivo es arrojar luz sobre la fuente de las señales. De momento, tras valorar los datos y una labor de descarte, apuntan que el objeto se sitúa a 4.000 años luz y podría tratarse de una enana blanca —astros muy pequeños y calientes que representan la última fase en la existencia de estrellas similares al Sol— con un campo magnético ultrapotente; o un magnetar —una estrella de neutrones con un poderoso campo magnético— de período ultralargo.
“Al medir la dispersión de los pulsos de radio con respecto a la frecuencia, hemos localizado la fuente dentro de nuestra propia Galaxia y sugerimos que podría ser un magnetar de período ultra largo”, señalan. Aunque esa última opción coincide con las predicciones que habían trazado los astrónomos a nivel teórico, la profesora Hurley-Walker, de la Universidad de Curtin y el Centro Internacional para la Investigación de Radioastronomía (ICRAR), reconoce que el fenómeno es sorprendente.
“Nadie creía que íbamos a detectar directamente uno como este porque no esperábamos que fueran tan brillantes; de alguna manera está convirtiendo la energía magnética en ondas de radio de forma mucho más eficaz que todo lo que hemos visto antes”, comenta en un comunicado de ICRAR. El equipo tiene constancia de una enana blanca que emite pulsos parecidos, pero es muy diferente al fenómeno que han captado ahora: se sitúa mucho más cerca de la Tierra —unas 10 veces más— y es 100 veces más débil que el objeto que ahora centra la atención de Hurley-Walker.
Lo que sí han constatado echando mano del radiotelescopio Murchison Widefield Array (MWA) de Australia es que el objeto emitía pulsos cada 18 minutos y 18 segundos, “una periodicidad inusual”, en palabras de los propios investigadores, que no tienen constancia de que se haya observado antes. La emisión destaca además por estar muy polarizada linealmente, es brillante, persiste durante 30-60 segundos en cada aparición y resulta visible en un amplio rango de frecuencias.